domingo, 27 de octubre de 2013

"HERENCIA DE TRES SIGLOS, PILAR DE TRESCIENTOS AÑOS"

“Llegará un día en que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza” Paul Géraldy

 
Como si del vigilante soñado y anhelado se tratara; como si un centinela nocturno de constante vasallaje con su pueblo renaciera para festejar su victoria; como si de una madre eterna que con voz ronca pero viva de nuevo nos reuniera entre sus brazos, el Templo Parroquial cumple trescientos años. Su riqueza histórica, cultural y religiosa, también. Asimismo su gente, su donaire y orgullo religioso siempre unidos a su pueblo.
La Parroquia es testigo vital de nuestra existencia ya sea en su amanecer, niñez, madurez matrimonial o atardecer de la existencia humana. El templo parroquial, más que signo y seña, es huella humana y rúbrica cristiana de la historia religiosa de Herencia. Diligente y presto reloj que, marcando las horas físicas en cada instante, marca paulatinamente las horas sentimentales de la existencia humana en cada acontecimiento importante de nuestras vidas. Porque ese “que dure muchos años” siempre llega y esa puerta abierta siempre lo está.
Todo empieza de nuevo. Tres siglos atrás y una nueva esperanza desde que un 27 de octubre de 1713 marcara la vida de aquellos que acompañaron por primera vez la Eucaristía desde la antigua Ermita de la Concepción hasta el nuevo templo erguido en la Plaza. ¿Cuánto darían por revivir aquel momento, por ser uno de aquellos herencianos que con orgullo inauguraban su nueva Parroquia? ¿Y por recuperar lo que hoy día son los pilares de nuestra fe local, por ser recuerdo vivo y real de treinta décadas que han marcado el devenir de una villa? Pues las raíces de trescientos años fructifican en la madurez que el siglo XXI ofrece a una sociedad en la que la iglesia física e institucional es ahora, más que nunca –y con erratas incluidas-, motor enérgico de la inquietud religiosa del hombre. En Herencia, también.
Sabemos del arraigo que la religiosidad popular tiene entre nuestras población: un Cristo marinero, una Virgen septembrina y un santo varón que allá por marzo toca tierra de nuevo para volver a saludar a su barrio son las banderas vivas que más resaltan en el mástil de la fe a pie de calle. Todos forman parte de la vida de Herencia porque forman parte de la esperanza de sus gentes. Todos tienen su cabida en cada rincón hogareño, todos salen con un viva a la calle y todos ellos conforman el día a día de la inquietud religiosa de cada ser humano. Se llamen de aquí o de allá, forman parte de sus vidas a través de su Parroquia.

Esto nos demuestra que nada es casualidad. Si trescientos años son el epílogo de un camino en el que un edifico físico ha sido pilar clave sobre el que edificar la esperanza de un conjunto humano, otros trescientos marcan el comienzo de una nueva historia en la que, basando del mismo modo en ella el despertar religioso de los herencianos, también podemos cimentarlo en la inquietud cultural, artística y sentimental que aglutina el edificio.
Otro aldabonazo lo marca la restauración del antiguo órgano parroquial, demacrado por el tiempo y desapuntillado ahora por la ilusión depositada en ese proyecto. No son los tiempos, se sobreentiede, pero es el tiempo. Lo de ese gigante musical en potencia puede marcar la guía impetuosa de nuestras gentes haciendo realidad lo del “querer es poder”.  No se trata de resucitar, sino más bien de tocar con la varita la magia que el león parroquial aglutinaba sin percatarnos del valioso arsenal que guardaba para sí.

Pero dejando a un lado los recuerdos que ese mágico edificio céntrico atrae para cada uno de nosotros, lo de los trescientos años marca el camino histórico que debemos proseguir: ante todo, son trescientos tacos de historia y trescientos mil anocheceres en el que la villa ha sido testigo vital de cada ciudadano. No podemos renunciar a nuestra herencia cultural e histórica porque no sólo forma parte de nosotros mismos, sino del conjunto, que es la verdadera opulencia del sistema actual. La forma de vida, el comportamiento y el acaecer de los herencianos lo marca su historia y gracias a ella este 2013 se viste de fiesta.
Evitando la condición religiosa que cada individuo guarde para sí, este acontecimiento rompe las barreras de lo socialmente relevante para unirse al bando de lo socialmente influyente gracias no al carácter religioso del aniversario, sino a la naturaleza cultural del mismo. Primero, por sus rasgos artístico e histórico, unidos irremediablemente a esa orilla cultural. Posteriormente -luego de respetar la condición ideológica de cada herenciano- un acontecimiento íntegramente religioso. Un Jubileo lo dice. El Papa Francisco lo remarca en el texto jubilar que dedica a nuestro pueblo.  Herencia lo corrobora porque está de fiesta: que una villa se enorgullezca de su historia a través de uno de los lugares más emblemáticos de su localidad es de honra y pundonor por parte de sus habitantes.

Este año todos miramos al epicentro de nuestro pueblo. Es el corazón sentimental que hace latir los corazones particulares de cada herenciano. Ese corazón cumple trescientos años, herencia de una creencia y Herencia de una Parroquia. Y de una fiesta cultural, artística y religiosa que, en 2013, comienza un camino de otros trescientos años de vida.
Javier Fernández-Caballero

jueves, 24 de octubre de 2013

#JOSELITO

POR: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO


Una mención no es lo mismo que un hastag. La primera, ilusionante, personal y efímera; la restante, de carácter social, marca la historia y rubrica para los anales lo que un conjunto de corazones demócratas ha querido plasmar en la red social. Un hastag marca la atronadora diferencia de un grupo libre que elige esa opción. Jerga twittera sin más. Un trincherazo no es lo mismo que una trincherilla. La primera, por el derecho; la “illa” por la mano de la verdad. Argot taurino, también sin más.

Ambas comparaciones legítimas dentro de su campo de trabajo y estudio. Las dos comprensibles dentro de sus círculos y cada una de ellas respetables siempre y cuando se conozcan perfectamente las consecuencias que puede conllevar su uso tanto en su propio contexto como fuera de él.

Decir que Joselito impuso el temple y Belmonte el orden no es ni bueno ni malo: todos sabemos que es mentira. Ni José comenzó a torear despacio ni Juan dio un giro de tuerca a la organización de la lidia al inicio de sus respectivas carreras. Fue justo al contrario. Al de Gelves lo mató un toro en Talavera, pero el trianero sí que pudo desarrollar en sus años de alternativa ese giro radical que Gallito impuso en su concepto taurómaco justo antes de morir. Es decir, que observando que lo que Joselito intentó plasmar en su toreo era positivo, años después Belmonte lo incorporó al suyo. Pura verdad: que José y Juan, aun siendo innovadores, se quedaron para sí con todo lo bueno anterior. No desecharon nada.

Si bien el ímpetu de aquellas dos raíces de la tauromaquia florece en el concepto actual, la forma de alcanzar aquello no se basó sino en un tomadaca de lo viejo y lo nuevo, guardando para sí los aspectos positivos por los que hasta entonces la Fiesta se distinguía para introducir sus nuevos aires renovadores. Eso fue, quizá, lo que diferenció e hizo prodigar la acción de dos pilares del concepto artístico que el siglo XXI porta. Por tanto, mi pregunta es la siguiente, ¿sería buena, por mucho que un periodista (mi mayor respeto hacia esta bendita profesión, que será la mía), una radicalización total en el concepto que tenemos de la tauromaquia? La historia creo que ha contestado negativamente.

Si Belmonte supo enfrentarse a sus contrarios en su época, también Joselito organizó, dotó de seriedad, impuso su propia personalidad y supo ver claro el futuro incierto que sus contemporáneos no veían. Y todo eso sin desechar los valores que se habían conservado hasta entonces. Se quedaron con lo mejor echando a un lado o simplemente dotando de un nuevo sentido la parte más amarga del toreo (en su caso, el toreo en movimiento o “sobre los pies” y la desorganización de la faena, fundamentalmente).
Moverse sí, pero con los pies bien asentados en el suelo. Comparar Gijón con La Puebla es hacer lo propio con Dios y un gitano. En la tarde norteña se anunciaron y corrieron toros, se disputaron a sangre y fuego la vida dos toreros y la muerte estuvo presente durante dos horas de espectáculo emocionante. La muerte y la emoción, dúo y conjunto necesario. Qué quieren que les diga: a mí no me representa un festival en cualquier pueblo. Buen postre o aperitivo, pero no suculento manjar.

Apliquemos esto a la realidad actual y nos saldrán las cuentas. Ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos: simplemente quedémonos con lo mejor, que es mucho, y expongamos nuevas ideas. Y entre lo mejor está la emoción, la chispa, el jugo, el arte que surge y la entrega, que avienen a través de la casta, la bravura y, por qué no decirlo, el valor de los toreros. Yo sólo sé que todo eso fue lo que una tarde Gijón vivió esta temporada. Y por el ejemplo de Gijón entienda usted, querido y sabio aficionado, los restantes carteles en los que tres toreros y seis astados hacen acto de presencia con la verdad por delante. Y lo reitero: verdad.

Lógica evolutiva: quedarse con lo mejor -desechando lo peor- para seguir avanzando con nuevas ideas. Pero con una base, que no es otra que los adjetivos anteriormente mencionados. Ni más, ni menos. Y en la diferencia, y en hastag, -que no mención-, está el gesto social, está la verdad. La que impuso Joselito sin desechar todo lo bueno que los inquisidores de su sociedad le recomendaron.

martes, 22 de octubre de 2013

"LA VERDAD, EN EL TOREO Y EN LA VIDA", ENTREVISTA A FERNANDO TENDERO

“TE LLAMAN DE SITIOS EN LOS QUE LAS CONDICIONES NO SON NADA BUENAS: NO SE TOREA Y PUNTO”
 
Por: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
 
Podría tratarse de una entrevista más, de una mera reflexión que, como tantas otras, no pierden la esperanza de encontrar en seis meses la temporada de los sueños. Pero no. Caer en el sentimentalismo fácil no es de toreros. He aquí el trabajo de un joven matador de toros, Fernando Tendero, que no aviene caminar con apresto sino con decisión. No le importa cuándo, sólo sabe que el momento llegará porque en su concepto va incluida la verdad. Y a ésa no hay quién la engañe: ni siquiera el corrupto sistema empresarial que atormenta la Fiesta.
 
¿Cómo titularías tu evolución desde esa alternativa en Cenicientos hasta la actualidad?
 
Desde mi alternativa he toreado ocho corridas de toros. Si bien no ha sido cantidad sí que lo ha sido calidad. En estos años de alternativa he experimentado un progreso técnico, que es lo importante. No sirve de nada torear mucho y que no avances, lo verdadero es torear poco y subsanar los errores para esperar que llegue el momento.
 
¿Con qué te quedas desde entonces?
 
La alternativa en Cenicientos porque fue un día muy bonito. Al igual que las dos tardes de Ciudad Real: la primera, en 2011 junto a Morante y “El Juli”,  corté dos orejas. El siguiente año repetí y creo que también ofrecí una tarde importante.
El concepto de Fernando Tendero no lo conoce aún la Fiesta. Su toreo de pellizco, su clasicismo, su emoción repentina, su gracia, su “cosa” manchega,… ¿me equivoco?
 
Por supuesto, pero cuando uno torea poco es difícil. Este año he matado una corrida de toros y he tenido la oportunidad de demostrar mi concepto en dos toros que no sirvieron, por lo que mi año se resume en eso: en dos toros que no han servido. A veces es complicado mostrar ese concepto y no engañarte a ti mismo con dos toros sin opciones. Intento hacer el toreo puro, el toreo clásico, y a veces es difícil no dejarse llevar por un toreo fácil en el caso de los pueblos. Yo intento ser fiel a ese concepto y lo seguiré siendo.
 
De la soledad del torero durante los inviernos bravos a la soledad total de la falta de contratos. Lo primero, se hacía por necesidad, por vocación y, sobre todo por preparación. La segunda parte ya es más grave, ¿cómo la afrontas?
 
Es complicado. El problema no es sólo el invierno, sino también el verano. Te llaman de sitios pero las condiciones no son buenas, por lo que no se torea y punto. Lo único bueno es que uno tiene la esperanza, confiando en sí mismo, de que pueda surgir la oportunidad de Madrid. No se sabe cuándo, pero tarde o temprano terminaré confirmando y uno tiene el presagio de que cuando llegue ese día se arreglarán las cosas.
 
¿Qué piensa Fernando Tendero la tarde del 15 de agosto sin verse de luces?
 
Muchas cosas. Es un día que se decía antiguamente todo el mundo torea, pero ya ha dado una vuelta de tuerca esto: ya no todos torean. Llevo dos años en que no me visto de luces ese día... y se pasa mal.
 
Vamos a dar un repaso a tu concepto. Algún crítico taurino actual narra que “hoy día no se torea de capa” ¿cómo ha evolucionado el capote de Fernando Tendero?
 
Hoy día los toreros muchas veces vemos el toro con el capote y si no tiene cualidades no lo toreamos, pues dejas lo poco que tiene para la muleta. Y si tiene pues casi que tampoco. Mal por nuestra parte. Muchas veces entramos en esa vorágine del típico “es que no tiene mucho, y lo poco que tiene para la muleta…” y ahí te equivocas, porque el capote es una parte importantísima de la lidia. Cuando más me he emocionado ha sido viendo quites en Madrid, los quites de Joselito y Ponce, de Morante,… Es mucho más difícil torear con el capote que con la muleta.
¿Y en la muleta? ¿En qué has avanzado? ¿Cómo crees que has evolucionado en este aspecto?
 
Con la muleta, de la alternativa hacia acá un montón. Creo que he ganado mucho en pureza y sobre todo en los toques a los toros, intentando torear reunido, sin desplazarlo, que es lo más difícil. Torear un toro puro, sin desplazar su embestida hacia afuera…y sobre todo con el toro complicado. Con el toro bueno todos sacamos faena, pero en ese medio toro está la diferencia, ese es el que marca las cualidades del torero, en ese medio toro al que la figura le hace una faena importante y los toreros que no lo ven claro no despuntan con ese animal.
 
Y por último encontramos “ese maldito DJ” que lleváis los toreros y que no deja de pinchar, ¿cómo te ves con la espada? ¿cómo se consigue coger el sitio?
 
La espada es lo más complicado. Hay veces que lo ves claro, y llega el sitio indicado con la plaza buena y pinchas el toro. Hay veces que no lo ves tanto y matas a ese toro perfecto. Lo que está claro es que para ser figura del toreo hay que matar bien los toros, si empiezas a mirar y examinar a los toreros que funcionan, todos matan bien.
 
Sería innegable decir que necesitas un aldabonazo de Madrid en tu vida. Pero, ¿realmente estás o te encuentras preparado para ello? ¿Crees firmemente que, si en Madrid te sale el toro bueno lo aprovecharías y, de lo contrario, finiquitarías dignamente la vida del no tan bueno?
 
Hasta ese momento no podría decirlo. Madrid pesa mucho. De novillero, al menos, costaba. La afición, la plaza, la responsabilidad, son muchas cosas. Aventurarme ahora a decir que con un toro medio o un toro malo hubiera estado bien pues no lo sé, lo que pasa es que si doy el paso para actuar en Madrid es porque creo que puedo estar bien…y en Madrid no vale estar bien ahora mismo, porque a lo largo del año hay muchos toreros que están bien. Hay que hacer algo más.
 
Te iba a proponer un cartel actual con el que compartirías plaza, pero creo que en 2011 en Ciudad Real resumió todo…
 
Morante y “El Juli” me valen para confirmar (risas). Cualquier cartel con figuras que está muy bien. Hoy día parece que está de moda criticar a las figuras…pero cuando uno es figura es por algo. Las figuras están ahí por algo. Lo fácil es meterte con ellos, y los toreros modestos si llegan ahí es porque han hecho algo bien.
¿Con qué toreros compartirías cartel de los ochenta para atrás?
 
Hay muchos toreros que siempre me han gustado, pero me quedo con Miguel Báez “LitriSu cara, ese rostro que no se inmutaba, la misma cara toreando que sin torear…me ha llegado desde pequeño. También me quedo con el don de masas de “El Cordobés” padre. Esas dos personalidades, dejando a un lado su concepto, son muy difíciles de conseguir al tiempo que necesarias hoy día.
 
Hace cien años desde que “El Pasmo de Triana” tomara la alternativa, ¿Gallista o Belmontista?
Para mí los dos fueron impresionantes y ese espíritu de torero antiguo tuvo que ser tremendo. Personalmente me gusta más Belmonte, aunque no es algo objetivo pues no he vivido eso, pero creo que me decantaría más por la quietud que impuso en su concepto.
 
Y de ganaderías, ¿Fernando Tendero podría, si no llega la fecha, dar el salto a las duras? ¿Se vería preparado para afrontar el reto?
 
Hoy por hoy estoy dispuesto a enfrentarme a lo que sea siempre que las condiciones sean dignas. De novillero he toreado de todo: me hice en el valle del terror con Cebadas, Dolores Aguirre, Prieto de la Cal, novilladas duras de casi todos los encastes.
 
¿Con qué encaste te quedas?
 
Con el que embiste (risas), pero sí es verdad que el toro de Atanasio siempre me ha gustado mucho. También, aunque no atraviese su mejor momento, Murube me encanta para el toreo a pie.  Esa embestida me enamora. Aunque últimamente esté destinada al rejoneo, hace años que las figuras a pie se mataban por ella. Demostrado queda en esas tres orejas sin las que la corrida de Fermín Bohórquez se fue de Madrid el pasado San Isidro.
 
Actualmente te apodera Andrés Prado y Luis Pérez, ¿cuáles son las expectativas de futuro?
 
Sus expectativas como apoderado son que toree, darme corridas e intentar ponerme en Madrid. Las mías son las mismas, a diferencia de que no pienso en otra cosa que en la  mejoría. Antes que torear me preocupa mejorar y aprender día a día en los tentaderos.
Este año Villarrubia de los Ojos ha dado un pase de pecho al empresariado taurino: les ha mostrado que es rentable para el aficionado y para un pueblo organizar festejos taurinos sin ellos, con el ayuntamiento como único riesgo para perder o ganar dinero. Así, por otro lado, acabar con tanta pillería como hay en este submundo. Tú estabas en ese cartel ¿qué virtudes o defectos observas en la idea? ¿Es el futuro de los festejos taurinos en los pueblos?
 
Este año Villarrubia fue una autogestión. Yo lo viví de cerca porque fui de los primeros toreros en firmar el contrato. Me llamaron cinco meses antes de la corrida. Todo se hizo y amasó con mucho tiempo, decidió hacerse cargo la concejalía y…se quedaron sin entradas. Éxito artístico y popular. Fue un éxito en todos los sentidos, al mismo que se evitaron ciertos taurinos, ciertos empresarios que hacen las cosas mal, ciertos intereses. Cuando entra un empresario de los malos, su objetivo es ganar dinero antes que los toros, los toreros, el público…y aquí ese no era el objetivo, el objetivo era que se llenara la plaza y disfrutara el pueblo y todo salió bien. El ejemplo es bueno.
 
¿Qué le diría al señor Tryas tras prohibir la foto de Padilla? ¿Con qué idea, cómo serías capaz, como joven torero, de contrarrestar esta decisión?
 
No se me ocurre mejor contestación que la que “El Mundo” ha difundido: una foto con la montera y el parche. Si todos los aficionados subieran a su perfil una foto con una montera y un parche todo el país se llenaría de parches,… ¡Qué bonito sería eso!

POR JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO