miércoles, 18 de septiembre de 2013

CRÓNICA MADRIDEJOS (TOLEDO) "TRES CONCEPTOS CHAFADOS POR UNA MANSADA"


POR: Javier Fernández-Caballero

Sorprendió la joven terna que se anunciaba en pleno corazón de la Mancha: José Luis Torres, Cristian Escribano, -que sustituía al lesionado José Germán-, y “El Nico”. Tres conceptos ilusionantes e ilusionados rotos José Luís Torres es torero de estampa añeja y clasicismo.

José Luis Torres es torero de estampa añeja y clasicismo. Así lo demostró en el primer templadísimo quite por chicuelinas a su primero, lo único en claro que pudo sonsacar de tal atropello a la bravura por parte del de Núñez. Con esa imagen antigua de torero clásico, aprovechó las pocas embestidas que por el izquierdo podía ofrecerle para sacarle paulatinos muletazos por ese pitón. Cruzándose y sintiendo cerca la masa del toro, arrancó las primeras palmas del festejo hasta que cantó la gallina y el gaditano se rajó. Dos pinchazos y una estocada dejaron el posible trofeo en una calurosa ovación.

Al que hizo cuarto lo desorejó tras dejar un trasteo en el que, primando los muletazos sueltos y los también innumerables cruces frente entre los pitones, fue el arrimón final el que determinó el premio. Se pasó por los mismos muslos al astado en cuatro espeluznantes manoletinas concluidas con -costumbre añeja- una bonita “valenciana”. Mató de estocada y recogió el doble trofeo.

El toledano Cristian Escribano gozó de buena acogida entre los tendidos madridejenses. El concepto novilleril que el de Esquivias demostró en la Fiesta durante tres importantes temporadas lo sigue reiterando en su carrera como matador: torero de poder, de clase y, ante todo, seriedad. Tres adjetivos fundamentales -del último falta mucho en el toreo- y determinantes para embalar de nuevo la carrera del manchego. Es lo que impuso en la lidia de su primero, al que recibió con gusto a la verónica y dejó quizá, con la media, el pasaje más artístico de toda la tarde. Ya en faena no pudo sino, a base de arrimones y también cruces, sacar el trasteo adelante ya que era ésta la única y más honrada forma de poder extraerle al de Carlos Núñez sus nulas embestidas.

Al que hizo quinto, el burel de más peso de toda la corrida, logró arrancarle un merecido trofeo a base voluntad propia. Recibió con una cambiada para proseguir con verónicas a pies juntos. Manseó en varas el toro y, tras brindar al respetable, Escribano ejecutó con temple y compostura las arrancadas con cuentagotas que por milagro allí brotaron. Cerró su meritorio paso por la villa manchega con una estocada que le valió la oreja del manso.

Nicolás López “El Nico” sumó en su esportón tres apéndices: una de su primero, al que pudo robarle una brillante tanda por el derecho que fue lo único en claro de toda la lidia. Ya en el sexto –lo recibió con dos cambiadas-, y tras una genial lidia por parte de su cuadrilla, alargó faena con el público de su mano. La comenzó en tablas y de rodillas y la basó en el pitón derecho del toro gaditano, al que ejecutó varios muletazos caros a pesar de no poder hilvanarlos en tandas. Esto, sumado al apoyo popular al de Granada, le valieron desorejar al último descastado de la corrida.

Madridejos se quedó con las buenas sensaciones de la joven terna  que, a pesar de las trampas que el encierro gaditano interpuso, supo hacerle frente a las circunstancias a base de ilusión e ímpetu luchador. El clasicismo de Torres, la seriedad y valor seco de Escribano y la conexión de “El Nico” calaron en pleno corazón de la Mancha, lástima que ni la plaza se llenara ni la corrida cumpliera las expectativas que esa afición merece.

  • Plaza de toros de Madridejo (Toledo). Casi media entrada en tarde soleada y calurosa. Se han lidiado seis toros de Carlos Núñez, mal presentados -anovillados los tres primeros- y descastados, desclasados y mansos. De primero a sexto.
  • José Luis Torres, ovación y dos orejas.
  • Cristian Escribano, ovación tras petición y oreja.
  • Nicolás López “El Nico”, oreja y dos orejas.
  • Se desmonteraron tras parear al sexto Antonio Olivencia y Juan de Pura.

VILLAFRANCA DE LOS CABALLEROS (TOLEDO). CRÓNICA "FERNANDO TENDERO, UNA VEZ MÁS"



POR: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO

Torear tiene un precio. La preparación tiene un valor: en la plaza, en el campo y en casa. Valor moral y valor físico. Clase moral y clase física. Elegancia moral y elegancia física. Entrega moral y entrega física. Que se lo pregunten a Fernando Tendero si no tiene valor la preparación, el entreno y el seguimiento diario de una vocación.  Una vez más, el manchego renovó el abono de la seriedad y el enclasamiento marca “torería” en medio de ese respeto particular que los pueblos rinden a la Fiesta. Una vez más, junto a dos acartelados de bagaje muy distinto, afianzó su abono confidencial con el miedo prestándole un día más su concepto clásico y elegante. Estuvo en torero.

Recibió con garbo a la verónico-chicuelina al que hizo segundo del festival. Tras un fallido comienzo por alto en faena y desesperanzado por una caída víctima de la falta de fuerza, Tendero le buscó el toreo ligado por bajo y a partir de ahí se sucedieron las tandas que hilvanaron su actuación. Si poco ligaba el toro, la voluntad del matador era la encargada de propiciar aquellos carteles de toros hechos muletazos sueltos: ¡qué bella estampa! Lástima que los sueños, por culpa del ganado, queden reducidos a ese pequeño oasis para el aficionado que es ver uno de aquellos. Ayudados por bajo a modo conclusión, manoletinas para entrar en suerte y dos orejas tras media a la alegría novilleril que un matador casi fraguado ha demostrado una vez más en los pueblos.

Con el que oficialmente cerraba plaza el joven torero anduvo seguro, aunque el Domecq más desclasado marca Laurentino Carrascosa no pusiera de su parte el ímpetu triunfalista. Le cortó un excesivo rabo a una faena que, en la línea de su anterior, estuvo cargada de sensacionales pasajes espontáneos que palpitaron los corazones “cheleros” por momentos. La flor y nata arribó en la tercera tanda, por la izquierda, donde la tauromaquia relajada y el mando eterno sobre el de Carrascosa pusieron en bandeja, tras dejar un estoconazo de libro, los máximos trofeos en la vuelta al ruedo.

Víctor Janeiro justificó su presencia en la localidad toledana con una meritoria actuación frente al cuarto ejemplar del festejo. Fue éste el mejor novillo del encierro y, tras recibirlo con gusto a la verónica, se sucedieron las tandas y tandas muleteriles que, aún sin ligue ni emoción, consiguieron hacer vibrar a los tendidos portátiles. Mató de media y los máximos trofeos pasaron por sus manos. Antes, nada pudo hacer el gaditano frente al bonito jabonero de Andrés Prado lidiado en primer lugar, de bella estampa, carne “eterna” pero descastada condición.

Por su parte, el “veterano” novillero Francisco José Romera atravesó con triunfo el ruedo toledano. De nula condición artística fueron sus dos trasteos pero la ilusión se apoderó no sólo de los corazones manchegos sino de su propio concepto. La desorganización total de la lidia al que hacía tercero de la tarde fue el principal motivo por el cual su actuación oficial no fue a más: capotes y capotes con sus respectivos capotazos, un tiempo de banderillas sin historia por parte del aspirante a torero y un interminable tercio dieron con el traste de una faena estructurada de forma justa. Regaló el sobrero y las ganas por fin surtieron su debido efecto en los tendidos. Lástima que la poca luz ya nada dejara ver a la afición manchega. Otro día saldrá el sol. Seguro.

La tarde y los ojos del aficionado fueron para Fernando Tendero: un torero sin límites pero con las fronteras de la lógica bien acotadas. Fue claro presagio de lo que viene y efectiva coincidencia de lo acaecido por Tendero a lo largo de este verano. Que nunca acabe esa clase que hoy enamoró a Villafranca.

  • Plaza de toros portátil de Villafranca de los Caballeros (Toledo). Casi lleno en los tendidos en tarde nublada aunque calurosa. Se han lidiado cuatro novillos de Lauretino Carrascosa, -2º, 3º, 4º y 5º-, desiguales de presentación y juego, destacando el cuarto, “Barbiano”, número 23, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Y dos de Andrés Prado -1º, descastado y sin fuerza y 6º noble pero manso-.
  • Víctor Janeiro, silencio y dos orejas y rabo.
  • Fernando Tendero, dos orejas y dos orejas.
  • Franciso José Romera, oreja y dos orejas.

CRÓNICA DE LOS YÉBENES (TOLEDO) "JOSELITO ADAME, POR SUS FUEROS TRIUNFALES"


POR: Javier Fernández-Caballero
El cuajado concepto con el que Joselito Adame por fin está rompiendo el hielo mexicano en la temporada española llamó de nuevo, esta tarde, a la puerta de la Fiesta en la localidad toledana de Los Yébenes. Una faena completa a un tercero noble, de enclasada acometida y presto al torero azteca hicieron las delicias del numeroso público asistente al festejo. Lo llevó largo, templado, acompasado y con enjundia de torería, ingredientes que al punto enamoraron a los aficionados. La estocada, las ganas de triunfo de los tendidos y la voluntad de Adame pusieron el resto: dos orejas a la disposición y capacidad del de Aguascalientes.

Ya el quinto fue un astado de desagradable estampa al que recibió con el capote con la gracia azteca que lo caracteriza: la revolera que concluía ese recibo volvió locos los tendidos populares toledanos. Una tanda sensacional por la derecha junto con dos conjuntos muleteriles de bellísima estampa por el pitón contrario estructuraron una faena “en torero”. Finalmente, cruces y cruces de pitón a pitón y una serie de molinetes de palo artístico pusieron el broche, junto a la estocada, a dos actuaciones meritorias de Adame.

David Fandila “El Fandi” anduvo voluntarioso durante todo el festejo, aunque su descastado primero se empeñara en todo lo contrario. Puso banderillas, brilló con el capote y anduvo sereno, aunque flojo como sus oponentes, con la muleta. Con el quinto, el mejor toro de todo el encierro, estuvo decidido, pero el alargue de la faena sumado a la desorganización estructural de ésta echaron al traste que su presencia hiciera historia. Cortó tres orejas, pero la rotundidad de Adame mereció el peón que la villa toledana tenía preparado.

Completó la terna el rejoneador Rubén Sánchez, que cuajó una muy meritoria faena al que abrió plaza. Fue excelente el “ventorrillo”: se arrancaba de largo, abría fuego con arrancadas y acometidas excelentes y proseguía con su embestida la muleta equina que el caballero le ofrecía. Así, Sánchez lo aprovechó y sacó con cuentagotas hasta la última embestida del gran morlaco -580 kilos anunciaba la tablilla-.

  • Plaza de toros de Los Yébenes (Toledo). Más de media entrada en tarde soleada y calurosa. Seis toros de El Ventorrillo, desiguales de presentación y juego, destacando el buen 5º, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
  • Rubén Sánchez, oreja y oreja.
  • El Fandi, oreja y dos orejas.
  • Joselito Adame, dos orejas y dos orejas.

jueves, 12 de septiembre de 2013

OPINIÓN: LA CONTRAQUERENCIA A LA "INDULTITIS"


Por: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO

 Rara y mezquina enfermedad asola el ocaso septembrino de la temporada. Todo parecía en aparente apacibilidad cuando, he aquí la sorpresa, llegó el nuevo septiembre en que la cobertura informativa de las novilladas es envuelta en la falsa cobertura triunfalista del nuevo concepto del indulto. Dos certámenes primordiales, -Arganda y el epílogo de Villaseca de la Sagra-, marcan el día diez y un “Pescadero” ‘pesca’ la bravura imaginaria que se merecían las promesas septembrinas.

Tres dudas en apenas diez días: ¿en realidad Mérida, Tomelloso y Albacete , -he visto las tres faenas-, merecieron el ambicioso presente de pasar a la historia? ¿Creen realmente que Fernando Domecq, Niño de la Capea y Daniel Ruíz padrearán con “Taco, “Valenciano” y “Pescadero” respectivamente? La emoción peligra, la base taurómaca que sustenta el espectáculo nos la podemos estar cargando si encajamos la cabeza en el éxtasis triunfalista que quita verdad y seriedad al espectáculo.

El pozo sin fondo de nobleza que ayer demostró “Pescadero” no basta para perdonar una vida que, por la cabezonería de no entrar al caballo, no tuvo siquiera la oportunidad de demostrar su bravura a pesar de ser indultado. Sí lo hizo su nobleza, cualidad esencial y primordial para ratificar la bravura del astado, pero no único ingrediente que pueda revelar esta última. La nobleza vestida de oro nada vale si la cuadrilla plateada de la codicia, la ligazón, la clase, la emoción y, por ende, la casta van tras de ella 237 kilómetros separaron el límite entre la lógica “esperpentificada” y la lógica rebajada de categoría. 237 kilómetros separaron los nuevos y esperanzadores derroteros de la Fiesta y el decaimiento del premio más valioso que existe en la tauromaquia. 237 kilómetros separaron el “escándalo lógico” del trapío y el de la nobleza pasada por bravura, cuando ésta es tan sólo un ingrediente mágico para llegar a ella, pero no el único condimento necesario para decir que un toro es bravo. 237 kilómetros separaron Villaseca de Albacete.

Villaseca ha abierto el camino: ese pequeño pueblo manchego no sólo inaugura una plaza con mayor aforo que su propia población, sino que presenta y hace realidad una feria novilleril con el utrero serio, el copete del escalafón menor acartelado y el nada despreciable mérito de los precios populares en las entradas. El trincherazo que “La Sagra” está dando a los últimos detractores internos de la Fiesta gracias al trabajo, la seriedad y el orgullo propio de dar criterio a su certamen y su plaza es un aliento de fuerza para el toreo.

Que el consistorio defendiera la tauromaquia por caprichito de su alcalde sería un atraco a la democracia, pero que el Ayuntamiento toledano defienda el toreo porque es la pasión de sus habitantes es un canto a la libertad lógica de la Democracia. Que cunda el ejemplo de esta villa toledana y de su consistorio, valiente y cuerdo defensor no de la tauromaquia por sí sola, sino de la inquietud artística de sus ciudadanos, que es el toreo.

Y, con indultitis o no pero con seriedad utrera, vuelvo a concluir este artículo con el epílogo de mi crónica veraniega el día de la inauguración del nuevo coso villasecano. Allá por principios de agosto, el azulejo del patio de cuadrillas ilustraba lo que un pueblo corroboraba con su asistencia a la plaza: “enamorados de la Fiesta Nacional y orgullosos de nuestras tradiciones taurinas construimos esta plaza, seña de identidad de esta villa”.

martes, 10 de septiembre de 2013

"LA CLASE, EL PODER Y LA ELEGANCIA". CRÓNICA DE VILLARRUBIA DE LOS OJOS (CIUDAD REAL)

 
POR: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO

Volvían los últimos resquicios de la casta Jijona a la tierra que vio nacer este bello encaste, eso sí, enmascarados en seis “peñajaras” que poco enorgullecieron a sus antepasados. Ni Jijona, ni casta, ni ná…bueno sí, salió el segundo, pero olvidóse de ésta en “El Hoyuelo”. ¿Y Villarrubia? ¡Esa sí que honró el toreo! ¡Esa sí que supo ver la clase de Eugenio, el poder de Aníbal y la elegancia de Tendero! ¡Esa sí que alzó la tauromaquia “sin papel” y también “sin billetes” que ningún chorizo pudiera arrebatar a la Fiesta popular del toreo! ¡Viva su plaza, su juventud taurina y su Ayuntamiento, pionero con clase, poder y elegancia que no dudó ni un ápice en sacar él solito adelante el festejo!

Clase es predicar con verdad lo que el animal no predica. Clase es integrar tu propio corazón en la interpretación artística que tu pasión te exige. Clase es verdad. Clase es moracha, y hoy se apelaba Eugenio. El primero acudió presto al caballo y las arrancadas excelentes que mostró en los primeros tercios se quedaron en mera ilusión. Dos por el izquierdo y sendas por el derecho convencieron a medias los tendidos villarrubieros, por lo que el usía concedió un trofeo.
 
Poder es superar adversidades, llegar hasta el final, conseguir metas psicológicas de las que tú sólo conoces el límite. Poder es, observando los defectos del toro, encontrar rápidamente la solución correcta a esa deficiencia. Y poderle. Y plantarle cara. Y salir adelante. Aníbal Ruiz.
El taco de preferia lo montó en el primero, un ensabanado mosqueado que fue el único encargado en acercar hasta Villarrubia el pequeño testigo de la casta ganadera. Eso sí, se olvidó en casita la clase, y Aníbal le puso el poder. Verónicas brillantes, galleo por chicuelinas repletos de magia y crinolino-gaoneras que ensordecieron el eco que la cubierta traía consigo. Para más inri inició su faena muleteril de rodillas para inventarse posteriormente tandas a un toro que, sin clase pero encastado, nunca se dejó ganar la pelea.
 
La ganó con poder el alcazareño en el quinto, sin duda otro sevillano antipoder al que venció a base de toreo en corto, desplantes eternos, cruzadas de pitón a pitón de mérito y una gran estocada.  Le valió dos clamorosas vueltas al ruedo, que son más importantes que la oreja que logró arrancar.
Elegancia es compendio de clase y verdad. Elegancia es comprender que, aún sin posibilidades, puedes empujar con fuerza para llegar alto siendo fiel a tu propio concepto: elegancia es no prostituirse. Elegancia es ese “saber estar” que llena tantas bocas de mozos de espadas. Elegancia presumía hoy de ir ataviada lila y oro. Elegancia marca Fernando Tendero.
 
Le plantó cara a sus dos oponentes sin apartar en la cuneta del olvido ese clasicismo taurómaco del que se ha jactado a lo largo de toda su carrera. Un comienzo torerísimo por bajo a su segundo, dos tandas derechas de excelente técnica y pobre acompañamiento animal y dos zurdas de oro hicieron, lo que con un toro bravo en potencia, es más que suficiente no para quedar bien, sino elegante. Le prosiguieron los arrimones, los tomadacas y el contrapunto artístico a Ronda que bien valdría en otro ambiente un “bien, torero” desde algún burladero silencioso del mundo. Y sin circulares. Y con cuentagotas.
 
Sin historia, sin casta y sin “jijona” su primero en el que, enorgulleciéndose de su elegancia, nunca tiró la toalla del olvido y esperanzó Tendero al público serrano. Fue la primera –esperemos no última- corrida de su temporada. Abría temporada en Villarrubia tras un año preparándose –sí, con el típico fríonievecalor que acostumbramos a enmarcar-, pero preparándose; sintiéndose torero; viviendo en torero para un día en el que se vistió de elegancia y oro.
 
Villarrubia se llenó, la “jijona” no apareció y tres toreros con recursos en sus respectivos conceptos sacaron la tarde adelante. Se lo merecía su pueblo y su Ayuntamiento: pueden darse por satisfechos porque han sabido hacer las cosas. Al fin y al cabo siempre fluimos hacia un mismo río, que es la afición. Es la única que, indumentada de dignidad, levantará la Fiesta del siglo XXI.
 
 

 
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros cubierta de VILLARRUBIA DE LOS OJOS (Ciudad Real). Lleno de “NO HAY BILLETES” en los tendidos.
Seis toros de “PEÑAJARA”, bien presentados aunque faltos de clase y nobleza. Encastado el segundo, aunque sin clase.
EUGENIO DE MORA, de hueso y oro, oreja y oreja.
ANÍBAL RUIZ, de gris plomo y oro, oreja y oreja.
FERNANDO TENDERO, de lila y oro, silencio y dos orejas.